Misión
Somos una comunidad educativa que forma líderes, con sólida formación académica y valórica, capaces de responder a los desafíos actuales, para contribuir a la construcción de una sociedad más justa a luz del Evangelio de Cristo.
Somos una comunidad educativa que forma líderes, con sólida formación académica y valórica, capaces de responder a los desafíos actuales, para contribuir a la construcción de una sociedad más justa a luz del Evangelio de Cristo.
El 2028, seremos una comunidad educativa referente en:
– Itinerario formativo y apostólico para toda la comunidad.
– Metodologías innovadoras e inclusivas.
– Proyectos pedagógicos medioambientales.
– Infraestructura que facilita el proceso educativo.
El Colegio Seminario Pontificio Menor es un colegio de la Iglesia de Santiago y es parte de la red de colegios del Arzobispado. Está inserto en el sistema educacional chileno y ha sido reconocido como cooperador del Estado por el Ministerio de Educación mediante el Decreto N° 19.336 del año 1961. Se encuentra ubicado en la comuna de Las Condes, calle Padre Errázuriz 7001.
El Seminario Pontificio de Santiago inició sus actividades tan sólo 43 años después de la fundación de la capital del Reino de Chile. Desde entonces, ha sido testigo permanente de la historia.
Relevante ha sido también la evolución del Seminario en los más de 400 años transcurridos, desde que se instaló en el año 1584 en las dependencias donde funcionaba la Escuela de Gramática, a un costado de la Iglesia Catedral de Santiago, hasta el moderno edificio que hoy lo alberga, en la Comuna de Las Condes. Desde los tiempos de la Colonia, el Seminario Pontificio estuvo dividido en dos grandes áreas: el Seminario Mayor, en el cual se formaban los futuros sacerdotes, y el Seminario Menor, que tenía por misión preparar a los niños para enfrentar adecuadamente su posterior ingreso al Seminario Mayor.
El 30 de agosto de 1962, luego de casi cuatro siglos de estar unido al Seminario Mayor, inició su vida independiente con la autorización del Vaticano como respuesta a la realidad que el arzobispado estaba viviendo y a las gestiones personales del reciente nombrado, Cardenal Raúl Silva Henríquez, Arzobispo de Santiago, quien emitió una carta abierta explicitando a las familias católicas de la Arquidiócesis el fin principal del Seminario Pontificio Menor de Santiago: formar Apóstoles, es decir, juventud que esté dispuesta a servir a Jesucristo. Este colegio quiere «lograr promover las vocaciones apostólicas que la Iglesia en Chile necesita urgentemente en la hora presente: dirigentes futuros en la consagración sacerdotal y dirigentes futuros en la consagración laical a las tareas de la Iglesia, en el orden temporal, en primer lugar la familia».
Su primer rector fue el sacerdote Roberto Bolton García y sus primeros estudiantes vinieron de otros colegios, hijos de las familias comprometidas con la Iglesia y miembros del Movimiento Familiar Cristiano de la Arquidiócesis de Santiago.
Se comienza a configurar esta nueva y radical realidad de Seminario, los padres, madres y apoderados se organizan en un Centro de Padres, comienzan a impartir clases un grupo de docentes laicos y los estudiantes crean un Centro de alumnos, elegido por ellos mismos, participando junto a sus profesores. Con el tiempo se comienzan a agregar nuevos cursos hacia las primeras edades, llegando hasta la educación de párvulos.
El clima de cercanía ha sido una característica primordial del Seminario, de ahí su denominación de Semiponti, en donde se busca que el estudiante se sienta como en familia en el colegio. Por tal motivo, se estableció una red de relaciones de los estudiantes con sus profesores por medio del apego, en el conocimiento mutuo, en el desarrollo de la autonomía, en el binomio responsabilidad individual y comunitaria; a esto se le conoce como “Sistema de Confianza”.
Desde el año 2005 ha incorporado a su matrícula a mujeres, en respuesta a los desafíos culturales de hoy. Actualmente, el Seminario Pontificio Menor es una Institución educacional con cursos mixtos, desde Pre-kínder hasta IV Medio.
Nuestro proyecto educativo se ha caracterizado por buscar la igualdad de oportunidades en sus estudiantes, trabajando fuertemente la inclusión escolar. Eso nos ha llevado a compartir el mismo objetivo con colegios similares, agrupados en la Red de camino a la inclusión.
Hoy atendemos a 920 estudiantes, en su mayoría pertenecientes a los alrededores del colegio, 56% de ellos son hombres y 44% son mujeres.
Hemos celebrado recientemente los 60 años de existencia formando a niños, niñas y jóvenes líderes y queremos preparar a nuestros estudiantes para enfrentar los desafíos del siglo XXI.
El fundamento de nuestra educación es el modelo de Jesucristo: Él inspira todo el quehacer del colegio. Creemos en el poder transformador del Evangelio y de sus valores, que inspiran y convocan nuestra vida cotidiana, nuestras estructuras, nuestra tarea de enseñar y aprender, nuestras relaciones personales y profesionales, nuestra acción y ayuda solidaria y los proyectos de vida que se forjan y que maduran en nuestra realidad. Por ello, a la base de nuestro proyecto está “conducir al encuentro con Jesucristo vivo, Hijo del Padre, hermano y amigo” (Doc. Aparecida N° 336).
La colaboración que se pidió a muchas familias del “Movimiento Familiar Cristiano”, en los inicios del Colegio, se fundaba en vistas de otorgar una convivencia de relaciones interpersonales y con ello una identidad caracterizada por ser la extensión de la misma familia cristiana.
De ese objetivo se destaca explícitamente la confianza, que ha marcado la tradición del colegio: la confianza de la familias en el Proyecto Educativo del Colegio, la confianza de los educadores en las familias, y la convivencia de confianza que se ejerce en la familia, pero trasladada al colegio, y por lo mismo, la confianza de los estudiantes en los educadores y éstos en los jóvenes y niños(as).
Propiciamos una comunidad educativa que haga una síntesis de vida cristiana y académica, que encarne los valores de la Iglesia en la convivencia diaria. Y que, siguiendo su tradición, genere vocaciones de servicio laical, religiosa y sacerdotal para la vida en sociedad.
Queremos acompañar en su crecimiento a niños(as) y jóvenes en su condición de hijos e hijas de Dios, únicos y originales, en que cada uno es protagonista de su propia historia y asume libremente la tarea de la conquista de ser cada día mejor persona, consciente de su cultura, historia y entorno, en la búsqueda del bien y la trascendencia.
Buscamos el desarrollo integral y armónico de toda la persona, a la vez que el desarrollo de niños, niñas y jóvenes apoyándolos y guiándonos para alcanzar la plenitud de sus posibilidades en todas sus dimensiones: social, afectiva, espiritual, intelectual, ética y física.
Somos una comunidad educativa, desde el testimonio que conocemos de los primeros cristianos, la vida comunitaria ha sido reconocida como un espacio vital determinante para la formación.
Así también, lo ha sido en nuestro Colegio, en donde los distintos actores colaboran con sentido de pertenencia en la educación integral de sus estudiantes, generando un espacio de corresponsabilidad con la tarea educativa y evangelizadora.
Formando líderes: buscamos desarrollar en nuestros estudiantes todas sus potencialidades de manera que se destaquen en las distintas áreas de su formación: en las artes, en el deporte, en lo académico, en lo pastoral. Ser líder seminarista es para nosotros aquella persona que es capaz de influir intencionalmente sobre otras personas o grupos para aportar en nuevas soluciones a la contingencia y su entorno.
Sólida formación académica y valórica: es para nosotros una tarea apasionante el desarrollo de los estudiantes que forman parte de nuestra comunidad y buscamos desarrollar esa labor con excelencia, cuidando todos los aspectos de su formación: la adquisición de conocimientos, el desarrollo de habilidades, valores; el vivir y relacionarse con los demás; y su crecimiento en la vida de fe.
A la luz del Evangelio de Cristo: compartimos la misión de la Iglesia de expandir e iluminar la actividad cotidiana con los valores del Evangelio y aportar en la construcción del Reino, inculcando el compromiso solidario sobre todo en la preocupación por aquellos que viven en la pobreza, explicitando nuestra opción de Jesús.